Vivid, porque moriremos.
La vida tiene un principio y un final para todos, sin
excepción. A algunos nos llegará antes; a otros, algo más tarde. Puede ser que,
por un golpe de suerte o en un alarde de habilidad, consigamos escapar de su final
en algún momento; más vale que no nos excitemos, pues solo será retrasar lo
inevitable.
Así, si nuestro destino es morir, solo nos queda para ello, vivir.
Despertarse,
respirar. Dar la vuelta dentro de la cama y volver a respirar. Suspirar.
Levantarse. No ponerse las zapatillas, sentir el frío en los pies como si se
tratase de la hierba fresca, la arena de la playa o el barro del fondo de un
río.
Hay cientos de cosas, mínimos detalles, que tienen una gran
belleza y pasan desapercibidos delante de nuestras cansadas narices: una brisa
o un rayo de sol pueden ser una maravilla.
No solo lo bello. Incluso el dolor significa vida. No hay
que tener miedo de sufrir o de que le rompan a uno el corazón, pues solo a los
vivos se les puede romper, y sólo estando vivo puede repararse. Incluso
estudiar tiene su parte buena, si nos paramos a pensar en quienes no pueden
hacerlo.
La vida, en todos sus aspectos (unos más, otros menos) es
una maravilla que a todos se nos ha dado.
Tú, una maravilla de la vida, ya no estás en ella.
Dulce como la miel, dura como las rocas. Con una bondad que
sólo las madres más amorosas pueden tener, y con un corazón tan vapuleado como
un velero a la deriva en plena tormenta. Fuiste vida, en todos sus aspectos.
Amaste como nadie a todos, y sufriste como todos por nadie. Eras el rayo de
sol, la hierba, el viento y la tierra; eras toda luz.
Allí donde
estés, espero que seas feliz; aunque sé que ya no estás en ningún lado.
La vida se acaba, las células mueren, las neuronas se
apagan. Nada queda de nadie.
Solo queda vivir, disfrutar, sufrir, amar, odiar, perder y
seguir hacia delante, hasta llegar a la meta en el que el único premio que hay
es perder todo lo ganado en el camino.
No hay reencuentro, no hay más vida allá una vez acaba aquí.
No hay paraíso allí.
Ni lo hay aquí, desde que tú no estás en él.
El mundo no
es un lugar un poco peor desde que no estás tú. Nunca fue mejor.
El mundo no
estaba hecho para ti, no te merecía.
Y aun así,
se lo diste todo.
Como a mí.
Solo puedo hacer una cosa por ti, y es vivir. No vivir por ti, sino vivir, porque lo habrías
querido así, porque siempre quisiste que lo hiciera, y tú quisiste hacerlo.
Vivid, vivid sin pensar en el ayer ni en el mañana durante
los pequeños momentos de paz, respirad vida, seguid. Porque se acaba, y hay que
aprovechar lo que se nos da.
‘A ti.
En verdad pienso, que no importa
lo que podamos sufrir después
si la dicha del momento,
nos causa la
felicidad.
¿Por qué no coger lo que el tiempo nos
brinda?
¿Por qué no luchar por
ello?
No importa lo que dure,
y como nos sintamos luego,
posiblemente llenos y vacíos a un tiempo,
pero si hay algo que dure toda la vida,
son los recuerdos,
y si hay algo
infinito, es el amor sincero.
Cuando no tienes tiempo, debes correr,
debes guardarlo todo, para llevártelo
contigo,
todo lo que el corazón pueda abarcar,
y todo lo que nuestro
yo nos permita.
¿Por qué perder el tiempo,
cuando es tan escaso?
¿Por qué malgastarlo en palabras sin
sentido,
cuando no sabremos lo que pasará mañana,
y si estaremos vivos?
¿Por qué esperar lo que venga,
si lo que queremos ya lo tenemos dentro,
y con estirar la mano,
podemos tocarlo y sentirlo vivo, latiendo
viviendo nuestra propia vida?
¿Por qué dejarlo que muera de hambre y de
frío?
¿Por qué no darle
cobijo y abrigo?
¿Sufrir...?
Te voy a decir una verdad con mucho sentido:
"Para sufrir, tenemos un largo siglo,
Para amar y vivir, sólo un cuarto del mismo.
Ama y vive intensamente lo vivo,
para eso tienes la vida,
que lo muerto está enterrado,
bajo tierra y bajo la gran capa del
olvido..." ’
PD: Feliz
cumpleaños (aún con un poco de retraso).
Porque aunque no sigas viviendo, sigues viva dentro de mí.
Gracias por haberme dejado ser una parte de ti, y por seguir
siendo una parte de lo mejor de mí.