domingo, 17 de abril de 2016

Una carga menos, una historia más

Ah, la escritura... la escritura es magia.

Para quien lee, la escritura es la magia del mundo plasmada en una hoja.
Una mirada rápida a las manchas negras que invaden ese fondo blanco y uno se olvida del pasado, del presente y del futuro junto a todo lo que sobra de la vida y que estamos obligados a cargar con nosotros.
Te sumerges y buceas por un mundo que puede ser o no ser el que estás, en un tiempo que puede ser o no el actual, pero que pasan a ser el mundo y el tiempo en el que vives otra vida más.
Caminas, viajas, luchas, investigas, sufres, te asustas, vences y pierdes en ese lugar en el que sólo estas tú. Creces, aprendes: vives.

Para quien escribe, la escritura es la magia que permite una cantidad de cosas inimaginables.
Uno puede dar un discurso, enseñar o guiar a otras personas.
Uno puede explicar una historia y embelesar a cientos de miles de personas, dándoles ese tiempo sólo para ellos y poniendo una sonrisa en su cara.
Uno puede crear un mundo, crear vidas y guiarlas con mano firme y tierna hacia sus vidas, ser quien plasma en hoja el destino de esas personas.

La escritura es la magia que permite soltar el peso cuando el corazón aprieta, que permite a uno quitarse la armadura que permite soportar el día a día pero que cansa los músculos que la soportan. Es esa magia que hace que los pesos del corazón sean un poquito más pequeños, que la suciedad de la piel se vaya río abajo, que el aire que entra en los pulmones sea más puro. 

La escritura es esa magia que hace que la vida sea un poco menos dura. Es esa magia que nos ayuda a dar un paso más cuando estamos a punto de caer.

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